Culpa

-Señora Campos. Le hemos practicado a Victoria un lavado de estómago, se pondrá bien.
-¡Oh, gracias a Dios!- solloza.
-Pero… Victoria tiene claros síntomas de bulimia. Puede que lo mejor para ella sea internarla en un centro especializado, después de hablar con el psicólogo del hospital, por supuesto.
Su hija, bulímica. Cómo no se había dado cuenta antes, por qué en vez de gritarla y regañarla no se había molestado en escucharla.
Se siente culpable, su falta de atención le había llevado al intento de suicidio.
Llora agarrada de la mano de su hija, mientras Victoria sueña con globos de colores y canciones de las que te hacen dar vueltas hasta marearte.

Polos de limón

El sol entra por la ventana, acariciando el lomo de mi gato que duerme estirado sobre la cama. Te tumbas sobre el suelo de baldosas fresquito y te comes un polo de limón mientras mueves los dedos de los pies. Me distraen tus uñas pintadas de azul, tus largas piernas bronceadas, tu lengua recorriendo ese helado amarillo. Se me eriza la piel, te quito el polo de las manos y te beso, lleno de calor. Un calor que no se quitaría ni con mil cubitos de hielo.

Cuentos de bar

-Oye, guapa.¿Por cuánto me comes la polla?
Elisa deja la copa sobre la barra del bar y observa de arriba abajo al borracho frente a ella.
-No creo que te quede dinero para pagarlo- responde reprimiendo la cara de asco. Ismael la mira desde el otro lado del local.
-Venga, muñeca. Chúpamela un rato-dice acercándose más.
-Que no, anda déjame en paz.
El hombre le agarra del brazo y tira de él hasta levantarla del taburete. Ismael corre hacia ella.
-¡Suéltala!-grita propinándole un puñetazo justo en el centro de la cara apresurándose por sacar a Elisa de allí.
-¡Suéltame tú! Sé cuidarme sola, no necesito a ningún tío con complejo de héroe. Y ahora lárgate antes de que ese borracho reaccione y salga a darte una paliza.
-Claro que me necesitas Elisa. Si no hubiese llegado ahora mismo tú…
-¿Pero qué te crees?¿Piensas que por follarme un par de veces ya me conoces?¿Crees que eres un príncipe que salva princesas? Porque no lo soy, Ismael. Soy todo lo contrario.
-Yo podría hacerte sentir como una princesa. Construiría un castillo para ti si me lo pidieras. Porque te quiero, Elisa. Te quiero y eso no va a cambiar.