¡Que te vayas, joder!

Dejó el billete y la tarjeta de crédito en la mesilla de noche. La cocaína le quemaba la nariz y las ganas le ardían en la sangre. Ismael entró en la habitación, se tumbó junto a ella y la besó en el cuello y en los labios. Elisa le rodeó con las piernas y le atrajo hacia sí. Tenía ganas de follar, por primera vez tenía ganas, y hoy tocaba con Ismael. Follaron contra la pared, en el suelo, entre las sábanas. A Elisa se le nubló la vista, dejó de oír sus gemidos, sólo sentía calor y le gustaba.
Su pelo rubio se le pegaba en la cara perlada de sudor, mientras Ismael le acariciaba e intentaba recuperar la respiración. Se mordió el labio y se acercó a él.
-Elisa, te sangra la nariz.
-¿Qué?-saltó de la cama, desnuda, y corrió hacia el baño.-¡Mierda!
-¿Estás bien?- la preocupación crecía en cada palabra.
-¡Vete!
-Pero…
-¡Que te vayas, joder!
Ismael simplemente observó la puerta.

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