Esperando el autobús

Sentada en el banco Marina espera el autobús. El vestido de tirantes blanco marca cada una de sus vértebras y destapa, travieso, sus muslos. Sus piernas, de rodillas huesudas, se balancean porque no llega a tocar el suelo con sus botas de agua rojas.
Un desconocido se sienta a su lado, huele a tabaco y a alcohol. No deja de observar el final del vestido de Marina y su media melena castaña.
-¡Buenas noches, preciosa!¿Te apetece tomar una copa conmigo?
-Lo siento, no bebo.-responde sin levantar la vista de sus pies.
-¿Prefieres un café?
-No me gusta el café.
-¿Y si te invito a cenar me vas a decir que no comes?
-Exacto. No como.-sacó su mechero del bolsillo del vestido, sonriendo, y empezó a jugar.

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